La oficina de Lolly está en proceso de renovación, y no puede pasar sin que los obreros de la construcción de idiotas la acosen sin parar. Después de que su jefe amenaza con dispararlos, se da cuenta de que Erik está más concentrada en su martilleo que en sus tetas, y decide que no solo echa de menos sus comentarios groseros, ¡sino que quiere que él la golpee!