Mientras limpia la habitación de su hijo, Holly encuentra un gran alijo de porno, muy enojado, le envía un mensaje de texto para decirle que va a confiscarlo. Está tan avergonzado que no quiere ir a casa para enfrentar la música y, en su lugar, envía a su amigo a su casa para que recoja su libreta. Cuando Sonny llega a la casa, encuentra a Holly observando curiosamente todo el nuevo mundo de grandes pollas, posiciones funky y charla sucia, y tiene muchas preguntas. Afortunadamente, Sonny tiene algunas de las respuestas, y se complace en demostrarle a Holly que conoce bien un par de tetas.