Jordan visita la clínica más cercana con la esperanza de encontrar un condón lo suficientemente grande como para caber en su polla, pero cuando él le dice a la farmacéutica, Rachel, ella no le cree. Para poder prescribirle el tamaño adecuado, ella necesita verlo primero, pero cuando lo hace, no puede evitar meterlo en la garganta y rebotar sobre él.