Cuando se trata de fútbol, McKenzie lo tiene todo: velocidad, agilidad y fuerza. Pero después de destruir la competencia durante las pruebas, los sueños de Mckenzie de ser el mariscal de campo titular casi se aplastan cuando le dicen que a ninguna niña se le permite estar en el equipo. Decidida a salirse con la suya, McKenzie recibe un segundo examen por segunda vez, en la oficina de entrenadores, para demostrar su verdadero valor para el equipo.